miércoles, 19 de mayo de 2010

ETAPA 15; PONFERRADA - ALTO DO POIO



KM: 70.10
TIEMPO : 5:49:46
VEL. MAX.: 43.9
VEL. MEDIA 12.05
TIEMPO TOTAL 79.29
KM TOTALES 1090

He subido el Cebreiro en Bici. Repito: He subido el cebreiro en bici. Bueno, alguna vez me he bajado, pero el que conozca O Cebreiro sabe proque lo celebro por todo lo alto. La mare que lo parió, ¿No había otro sitio donde poner el pueblo, o otro sito por donde pasar la cerretera?
Os juro que esto no es humano, ni un respiro, ni un metro llano, ni una sombra donde cobijarse. Después de esto me atrevo con el inglés, el tourmalet, o los Lagos de Enol.
Vayamos por partes, anoche después de pasar la crónica, un peregrino nos deleitó con un espectáculo de magia (igual que Magopako, pero en inglés) muy simpático, que nos hizo agradable la velada. Antes ya había ido a comprarme a la farmacia los tapones para los oídos, que estrené con éxito esta noche.
Diana a las siete , como es habitual, en el albergue ofrecen desayuno de leche y dulces, yo huyo de la leche y me voy a buscar un bar donde den un café por favor. Tras desayunar, salgo de Ponferrada temprano, pues hacía buena temperatura. A poco de la salida, me encuentro una capillita junto al camino, que estaba abierta y me meto allí a rezar mis laudes para empezar bien el día.
Ayer os decía que había quedado con César, un peregrino de Madrid para cenar juntos, así lo hicimos, pero además esta mañana me lo encuentro en el camino, y a partir de ahí seguimos juntos, por el camino, hasta que nos ponemos en la base del Cebreiro. El camino por aquí discurre paralelo a la carretera, y como estos dias atrás, es una feria, un rosario de gente continuo, sin huecos. Cuando llegamos a la subida famosa, nos preguntamos ¿camino o carretera?. Entre que él tenía algunas molestias en las piernas, y yo que no tengo fé en mis fuerzas, pues carretera. Si así fué la carretera, ¿Cómo sería por el camino? Como os decía antes, la subida al Cebreiro tiene rampas muy, muy duras, y no tiene descanso en ningún momento. La única cosa que lo suaviza un poco es que vas pasando contunuamente aldeas y pueblecitos, en donde paras a preguntar si vas bien, a tomar un café o una cerveza, y así vamos engañando al cuerpo. Esta sin duda, ha sido la etapa más dura del camino. Cuando llegamos a un pueblo que creíamos que era el final, nos dicen que quedan todavía cuatro kilómetros de subida, así que nos quedamos allí a comer, en Piedrafita do Cebreiro, donde comemos con tres madrileños de más de 60 años, que van a hacer el camino desde navarra en cinco días a razón de 180 kilómetros diarios, esto es de locos.
Entre César y yo se ha establecido una buena comunicación, y aunque no nos conocemos de nada, en los respiros que tenemos, hablamos de lo divino y lo humano, y la verdad es que es agradable su compañía. Se muestra preocupado por la fé de sus hijos, y me da pie para darle testimonio, y animarle a que se integre en la iglesia.
Bien, pues después de una buena comida en Piedrafita, salimos dispuestos a comernos el Cebreiro, y así lo hacemos, aunque casi acaba él con nosotros, !Qué paliza!. A la entrada del pueblo está el albergue, lleno de gente alrededor, que enseguida nos informa de que no hay sitio ni en este ni en ningún otro albergue. Están organizando autobuses para ir a dormir al polideportivo de Piedrafita. Ya digo que esto es una feria, en el sentido de la cantidad de gente que hay. La perspectiva es dormir en el polideportivo, en el suelo, o seguirunos kilómetros más, a buscar albergue en los siguientes pueblos. El problema es que vienen dos puertos de montaña a continuación, no tan fuertes como o Cebreiro, pero puertos de montaña, al fin y al cabo. Nos armamos de valor y seguimos adelante. Tras subir el alto de S. Jorge, llegamos a Hospital, pueblecito pequeño, donde tampoco hay albergue. Cuántas veces me he acordado hoy de S. José. Adelante a subir el Poio, ya casi arrastrándonos, y haciendo las rampas más fuertes andando. Por fín llegamos al alto del Poio y allí lo que hay es una cutre venta de carretera, que tiene albergue, más cutre todavía, pero tiene sitio y allí nos quedamos. Por muy mal que esté ya no hay fuerzas para más.
Una vez instalados la opción que tenemos es sentarnos en el bar o ir a otro bar que había enfrente al otro lado de la carretera, así que nos sentamos a pie de carretera a ver llegar peregrinos como nosotros, o los que han hecho lo mismo, pero andando, que llegan destrozados, algunos de ellos en taxi, porque ya no podían mas.
También llegan unos chavales, con los que había coincidido varias veces antes. Un muchacho de Granada, su novia de Alamería y otro que les acompaña, que creo es de Madrid. Me saludan con mucho cariño, se hacen fotos conmigo y después de un descansito, continúan más adelante.
Cuando habíamos llegado a la venta, guardamos las bicis en un garaje que hacía a la vez de gallinero, entre la mierda de las gallinas y el coche del hospitalero.
Ya sólo quedan 153 kms. para Santiago. El momento de la llegada se acerca, y cada vez tengo más claro que lo importante, que lo enriquecedor, no es llegar, es caminar. Es lo que nos ilusiona a todos, de hecho las conversaciones giran en torno a las veces que se ha hecho ya el camino, o las ganas de volver a empezar que todos tenemos.
Ya no me queda ropa limpia así que me ducho y me visto de sucio otra vez, hasta que tenga ocasión de lavar.
Hoy la palabra es una sola Bienaventurados................
Como cada día mi último pensamiento para mi mujer y mis hijos. Os quiero

La paz.

1 comentario:

  1. El Cebreiro apesar de ir andando los hicimos por la carrera de lo mal que estaba el Camino por las lluvias, lleno de barro hasta arriba, como dices uno de los días más duros, tengo colgado varios comentarios y fotos en mi blog. Un saludo

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