sábado, 22 de mayo de 2010

ETAPA 17 : PORTOMARIN - ARZUA





Km.: 56.50
Tiempo: 4:44:23
v. max.: 53.0
V. media: 11.93
Tiempo total: 88.45
Km. totales: 1211

El final del dia de ayer fue dejarme olviodada la bolsa en el bar donde comimos César y yo y tener que volver a subir corriendo al pueblo, otra buena cuesta, para recogerla. Gracias a que "tól mundo es gueno", y me la tenían guardada.

La salida de Portomarín comienza con una peazo de cuesta, que en frío me falta poco para echar la hiel por la boca. Salimos juntos los dos gallegos, César y yo, y nos adentramos de nuevo en los montes gallegos, cruzando bosques de Carballos (robles) y eucaliptos. Nos dice el gallego que cuando la armada invencible, pelaron los montes gallegos para construir los barcos, e introdujeron el eucalipto para repoblar grandes superficies de montes. Los robles, naturalmente son mucho más bonitos y se integran mejopr en este entrono bellísimo. Cruzar Galicia por el camino está siendo una delicia. El camino transcurre casi todo a la sombra de los árboles, lo que se agradece con los días de calor que se han dejado venir. Si estas temperaturas me cojen en Extremadura, me tenéis que ir a buscar derretío por losd montes aquellos.

Cruzamos arroyos continuamente. En uno de ellos un poco más profundo, que ya picao cruzo por el agua, me llega hasta las alforjas, me mojo los zapatos, pero paso sin bajarme.

Hay un momento que el camino está cortado por obras, y nos desvían por otro camino que poco después se convierte en el curso de un arroyo, cuesta arriba, entre chinos, barro; no hay manera de subirlo en la bici. Al final tenemos que pasar las bicis por encima de un murete y tomar campo través por enmedio del prado. Atravesamos también numerosas aldeas de cinco o diez casas, que no aparecen en el mapa. En uno de los pueblos un poco más grandes paramos a ver una ermita en la que hay un Cristo crucificado curioso, con una de los brazos caído hacia abajo.

Es una etapa rompepiernas, aunque los gallegos dicen que del Cebreiro en adelante todo es cuesta abajo, ya he entendido que aquí las cuestas abajo, lo mismo suben que bajan.

Paramos en Melide, donde los gallegos nos dicen que se come el mejor pulpo de la zona, y nos hacemos un homenaje a base de pulpito a la gallega y pimientos de padrón. Tras la comida nos ponemos en camino a buscar un sitito donde hacer una siesta acorde a la comida, y lo hacemos bajo unos carballos que dan una sombra del diez.

Tras la siesta, de nuevo en marcha, ahora coincidimos con un grupo que va a caballo, (unos veinte), a los que adelantamos en las cuestas abajo y en las cuestas abajo que suben nos adelantan ellos, así un buen rato tragando el polvo que levantan.

Sobre las seis de la tardellegamos a Arzúa, a un buen albergue, el Vía Lactea, donde ya habíamos reservado plaza (esto de ir con los gallegos tiene la ventaja de que conocen todo). Como los últimos días el camino ha estado todo lleno de gente, y cada vez hay más ciclistas.

Ya en Arzúa, me encuentro con los andaluces, Jose, Oliver y María, y hablo con ellos que me gustaría que entráramos juntos en Santiago, y quedamos ya para hacer la etapa de mañana todos juntos.

Me voy a misa, que ya hacía dos días que no podía y me llama la atención la predicación del cura, muy bien construida, utilizando el catecismo, para hablar del espíritu santo, fuego que arrastra y en ciende el corazón. Utiliza términos que me son muy familiares, como la fé tipo trajecito de primera comunión, que no se alimenta desde entonces, la necesidad de la evangelización y de alimentar una fé adulta. Al final de la misa, bendición de peregrinos emotiva, hecha con amor.

Me voy a buscar a César para la cena y me lo encuentro enfermo en la cama, ýa esta mañana tenía molestias y con el tute que nos hemos dado hoy... Así que me voy solo a cenar, y me encuentro a los gallegos de nuevo, con los que voy a un bar que ya conocían a cenar muy bien.

Es curioso, y a veces desconcertante, personas tan distintas a nosotros, que no quieren saber nada de Dios ni de la iglesia, y Dios nos los pone de compañeros de camino, para llevarnos juntos al sepulcro del Apóstol. Yo lo acepto sin entenderlo, pensando que quizá Dios me ponga en su camino con alguna misión. A mí me incomoda, porque me impide parar a rezar por las mañanas, pero ya digo, lo acepto y procuro rezar por la tarde. En fin me voy a cenar con ellos a un sitio que ya conocían y comemos bastante bien, pero se prolonga la cena y tenemos que volver corriendo al albergue. Los horarios de los albergues agobian a los peregrinos, una vez que llegamos a los sitios donde nos vamos a quedar, todo lo tenemos que hacer corriendo. Yo, todos los dias procuro ir a misa, escribir en el blog, cenar, y cuando me vengo a dar cuenta, tengo que estar metido en la cama, a las diez, siendo de día todavía.
Al llegar al albergue, nos encontramos una fiesta italiana en el patio, yo me siento junto a ellos a tomar mis notas del día, para hacer esta crónica. Al menos ellos han conseguido un poquito de prórroga que me permite anotar algo.
Ya hay ambiente de despedida, mañana, todos los que estamos aquí llegaremos a Santiago y así todos estamos un poquito melancólicos, y tristes porque esto se acaba, aunque deseamos estar en casa.
Hoy la pàlabra, del Evangelio de la misa: Que todos sean uno como tú y yo somos uno.
Tengo que escribir algún día de los sonidos y olores del camino, que no salen en las fotos.

Un beso a mi mujer y a mis hijos.

La paz.

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