lunes, 10 de mayo de 2010

ETAPA 6: ALMENDRALEJO - ALCUESCAR


KMS.: 74.16
TIEMPO : 4:24:37
VEL. MAX. 49.2
VEL. MEDIA : 16.85
TIEMPO TOTAL . 32.04
KM. TOTALES : 438

Anoche, despues de escribir, y de ir a misa, me metí en una especie de club social que se llamaba "el obrero extremeño", donde cené de pie en la barra para ver el futbol. Me retiré antes del final del partido para no irme a descansar muy tarde, aunque luego tuve que esperar a que terminara la eucaristía para hablar con mi mujer, con lo que me acosté a las doce.
Esta mañana a las ocho me levanto, desayuno y a las 9 estoy en la carretera, ente el temor de que el camino con las lluvias esté impracticable para la bici. El dia amenaza lluvia y me meto buen ritmo, porque la cerrtera va cuesta abajo todo el tiempo, o casi.
A las 10,30, estoy en Mérida. Entro como debe ser, por el puente romano, y allí mismo me encuantro un grupo de bikeros preparándose para salir al campo. Les pregunto y me recomiendan no tomar hoy el camino, sino seguir por la carretera.
Visito el acueducto y la Basílica de Santa Eulalia, mártir; y me doy un paseo en bici por los sitios que ya conocía. Todo se interrumpe por un chaparrón, truenos incluidos, que me hacen refugiarme en un túnel bajo las vías del tren. En cuanto hay un claro, decido tomar carretera y seguir hasta aljucén, donde paro a comer después de que me llueva durante todo el camino. Por cierto, el chubasquero y el impermeable funcionan a la perfección, con lo que pierdo el miedo al agua, que me había rondado todo el tiempo.
En aljucén me quedo con las ganas de visitar la iglesia que parece preciosa pero estaban celebrando una comunión y yo iba con impermeable y chorreando, y no me pareció prudente meterme en medio de la fiesta de esa guisa.
En la comida, en un bar de pueblo, con todas las letras, leo florecillas, pues no había podido rezar con la lluvia y recibo la palabra del día: La historia de Francisco y Bernardo (Capitulo 3) que me commueve. Brevemente, Francisco llama a Bernardo, que no acude a su llamada, por lo que murmura de él. Cuando se entera de que no se habia dado cuenta que le llamaba porque estaba rezando, el poverello, como penitencia para sí mismo, le ordena a Bernardo pisarle el cuello y la boca. Este acepta sólo si se compromete a hacer lo que le dirá después. Francisco acepta, y Bernardo le ordena que cada vez que le vea, le recuerde en voz alta sus defectos y pecados. Me impresiona las cosas que pueden suceder cuando dos santos coinciden, y me hace recordar cuando peregrinamos a Ävila, y escuachamos cómo habían coincidido Teresa y Juan de Avila.
Pensando estas cosas, continúo hasta Alcuéscar. todo el camino lloviendo. Me encuentro en la carretera a Miguel, un sevillano de Constantina, bastante fastidiado con las ampollas y la rodilla. Me siento con él a fumar un cigarro, que déspués al encontrarnos de nuevo en el albergue me agradece de corazón. Dijo que en aquel momento necesitaba compañía. Cosas del camino.
En Alcuéscar, el albergue está en un convento de una orden que no conozco: "Siervos de María y de los pobres". Tienen una residencia para discapacitados mentales y albergue de peregrinos gratuito, incluida la comida. Sólo te dicen dónde pùedes dejar un donativo si lo deseas.
El albergue lo sirve un matrimonio de Donostia que, enamorados del camino, van de un albergue a otro sirviendo a los peregrinos. Y con alegría. Allí, además de Miguel, conozco a unos hermanos vascos y a un italiano. Todos han hecho antes el camino. Hay admás, varios alemanes ( muy numerosos en todos los albergues) y además, tres mujeres también alemanas. Todos compartimos la cena y el fregao, no podía ser menos.
La labor que hacen estos religiosos es admirable, especialmente (según me cuenta el hospitalero) atendiendo en todo a los discapacitados, incluso inválidos y enfermos que tienen allí. Con algunos de los "pacientes" echo un ratito en el patio, comparto varios cigarritos y casi me dejan sin tabaco, pidiéndome uno tras otro.
Antes de la cena, me metí en la capilla a rezar vísperas, y después de cenar, una copita (una) con los vascos en el bar de enfrente. A las 9,30 recogidos que cierran el albergue.




Hoy ha sido la comunión de Damián. Todo el día lo he estado recordando y le compré un pequeño detalle en Mérida en desagravio. Lola, tú sabes que me hubiera gustado estar allí, pero la llamada al camino era incontestable.
Como cada noche, me llama Antonio Montalbán, y me pide que hable de la intendencia; lo haré un día de estos cuando esté menos agobiado por contar cosas a la carrera, que me da apuro quedarme cuando todo el mundo se acuesta y luego armar jaleo en el dormitorio para acostarme.
Cuando hablo con mi mujer, me dice que le cuesta coger el sueño y me despierta la nostalgia de ella y de mi cama. Con estos pensamientos me acuesto.
La paz.

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